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El agua correrá a través de un conducto que se mantendrá con una flotabilidad estable a unos 250 metros por debajo de la superficie del mar. Esta tecnología, propia de 3M, consigue reducir el peso y mejorar la resistencia de los materiales, lo que tiene múltiples aplicaciones en obras de ingeniería pero también en vehículos, barcos o aeronaves
En Chipre, el agua dulce escasea. Desde hace años, esta isla del Mediterráneo se ve obligada a recurrir a países vecinos en busca de este preciado recurso. De acuerdo con el Proyecto de Suministro de Agua al Norte de Chipre, que fue aprobado en 2012, acaba de finalizar la construcción de un conducto de 107 kilómetros de largo que transportará más de 75 millones de metros cúbicos/año de agua potable desde Turquía hasta Chipre.
Para esta impresionante obra de ingeniería, considerada como “El proyecto del siglo” dada su envergadura y alcance, se han utilizado 430 toneladas de las microesferas de vidrio de 3M como materia prima en la composición del plástico de unas grandes boyas, fabricadas por la empresa Trelleborg, que hacen posible que el conducto no se hunda hasta el fondo del mar y tenga una flotabilidad neutra dentro del agua. De esta forma, el agua correrá a través de una canalización que se mantendrá con una flotabilidad estable a unos 250 metros por debajo de la superficie del mar.
3M responde así a un reto de la ingeniería más sofisticada, dando respuesta mediante la aplicación científica de una tecnología propia: unas microesferas de vidrio huecas de baja densidad, especialmente creadas para conseguir aumentar la resistencia de los materiales en relación con su peso. A partir de esta tecnología, de aplicación en las condiciones más hostiles, se proporciona además flotabilidad en cualquier profundidad y un eficaz aislamiento en temperaturas de frío extremo.
Acerca de las microesferas de vidrio de 3M
3M inventó esta tecnología hace más de 50 años y, desde entonces, ha ido encontrando diferentes y eficaces aplicaciones en todo tipo de materiales y sectores, permitiendo hacer más productos por hora, reducir el peso de estos, contribuir a la sostenibilidad del medio ambiente, etc.
A pesar de su tamaño microscópico, las microesferas de vidrio constituyen un importante logro científico, ya que gracias a su baja densidad y alta estabilidad son especialmente adecuadas como material de relleno o para el aislamiento. Otras características que las hacen únicas son su altísima resistencia a productos químicos, que son indisolubles en agua o aceite y su increíble aguante ante altas temperaturas o fuertes presiones.
Sus aplicaciones son muy extensas y se utilizan en una gran variedad de sectores. Por ejemplo, en la industria petrolífera, donde la perforación submarina de petróleo implica presiones abrumadoras y temperaturas de frío extremo. En este caso, estas microesferas de vidrio ayudan a evitar que las valiosas maquinarias se colapsen bajo su propio peso y también contribuyen al aislamiento de las tuberías submarinas, permitiendo que el petróleo se mantenga templado y en movimiento.
Otras interesantes aplicaciones tienen lugar en la industria automovilística y aeroespacial, donde estas microesferas ayudan a reducir el peso de los aviones en los que viajamos y de los automóviles que conducimos para lograr una mayor economía de combustible y reducir las emisiones de CO2. Y finalmente, son muy adecuadas en múltiples soluciones de uso doméstico, como por ejemplo en aditivos para pinturas de paredes o techos.